jueves, 22 de diciembre de 2011

Somos quiénes decidimos

Para que la sociedad sea fresca habrá de superarse toda conspiración urdida en las tinieblas,
Recuperar la memoria,
Reconocer a los propios Dioses
Actualizar las enseñanzas de los maestros respecto a los cultivos apropiados, la metalurgia atinente, las técnicas adecuadas y el manejo del alma.

Nos sentimos débiles – enfermizos – idiotas

El agotamiento de la fertilidad del suelo y de la pureza de las aguas aniquila los propósitos, y los pueblos mueren, autodestruidos por negligencia, ignorantes de la inmensidad del destino de los seres vivos, vinculados a los bastos movimientos cósmicos.
La gente de hoy proviene del pasado; de antiguas civilizaciones ocultas.
Adentro, en el interior de cada uno, hay un espejo finísimo en el que se refleja con potenciada belleza todo el esplendor del mundo: el espíritu humano, hálito de la Inteligencia creadora del Universo.
En un cofre hermético el espíritu humano permanece resguardado de todo daño, de la vejez, de la enfermedad, de la muerte.
Por el ojo del cuerpo vemos el mundo, y el espíritu le devuelve imágenes inéditas, increadas, imposibles.
Por el sensible oído oímos la música de las cosas, y el espíritu les replica a su vez melodías únicas, nunca antes escuchadas, porque estamos convencidos de que tenemos la exclusividad de la emoción.
Claro que el Universo podría existir sin el humano, pero creemos que más pobre, más desposeído.
Pero el hombre también es capaz de destruir y empobrecer…
Puede desgarrar la trama sutil y refinada, las aves, el follaje, la brisa, la lluvia necesaria, los peces del agua cristalina, la amistad, la acción conjunta y coordinada de los pueblos, prolija, pertinente y ordenada, devota de las leyes de la vida y de lo que las preside: Dioses o fenómenos.
Los Dioses son todo aquello de lo que dependemos y está fuera de nuestro control; con ellos o sin ellos siempre estamos solos, enfrentados a los imponderables.
Solos, luego de haber sido generosa y convenientemente equipados y aprovisionados.
A partir de ahí quedamos expuestos a la temible soledad.

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Mujer; 68 años. Estudiosa, poeta y artista digital.